jueves, 30 de enero de 2014

Te quiero, joder.

Despierto. El reloj marca las 4:27 a.m., por lo que intento averiguar qué puede haber perturbado mi sueño. La tenue luz de la calle entra a través de las rendijas de la persiana, el silencio parece absoluto. De repente, descubro tus manos siguiendo el trayecto de mi cuerpo, bajando por mi espalda y rodeando mi cintura, suavemente. Noto tu respiración, y el calor que desprende tu cuerpo demasiado lejos de mi. Me muevo, haciéndote saber que también estoy despierta y te acercas aún más, logrando que encajen nuestros cuerpos de esa manera que solo tú y yo conocemos.

-Vámonos- dices mientras clavas en mi tus brillantes ojos marrones.
-¿A dónde?- te pregunto, entre soñolienta y divertida. Nuestros labios se han encontrado, fundiéndose en un beso que no sé muy bien qué significa, quizá un buenos días, un solo quería saber que seguías aquí o un simple pero sincero te quiero.
-Donde tú quierashagamos las maletas y cojamos cualquier avión para el que queden billetes. 
-Cualquier sitio es perfecto mientras estemos tú y yo- contesto, y ríes y me besas, y te vuelves a reír porque estabas pensando lo mismo. Pero así somos tú y yo: dos piezas de un rompecabezas, las notas de un acorde, los versos de un poema de rima asonante, noches en vela de insomnio compartido, el "mira esos bobos enamorados" de la gente que nos ve juntos por la calle, ese soñar juntos, ese sinfín de risas... Nosotros.

Me levanto de un salto, tan rápido que pierdo el equilibrio y vuelvo a caer entre tus brazos. Me miras divertido mientras empiezo a hacer una maleta, y te vuelves a reír. Tu risa es... como la brisa en verano, más bonita que el mejor de los silencios.
-Cómo me gusta que estés tan loca como yo- dices, abrazándome por la espalda. Intento deshacerme de tu abrazo para seguir manos a la obra, haciendo una maleta sin sentido, pero tus caricias no me dejan concentrarme. Al final me haces ceder, me giro y te beso largamente, como sé que te gusta que te bese. Nuestros pies dejan de tocar el suelo por unos instantes, y notamos la electricidad recorriendo nuestros cuerpos, y volamos... y nos queremos.

En medio de la penumbra de la habitación, abrazados, nuestros ojos cerrados impiden que sepamos si es sueño o realidad... Pero es real. Es real y es nuestro. El brillo en mis ojos cada vez que te miro, la sonrisa que tienen tus labios cuando nos vemos, las ganas de bailar cuando sé que voy a verte, el calor que desprenden nuestros cuerpos al sentirse cerca, las miradas de complicidad cuando pensamos lo mismo a la vez, los besos, y todas las estupideces que llegamos a decir... Es real, pero a la vez un sueño.

Me separo de ti, sonrío y pregunto:
-¿A qué hora salen los primeros vuelos en el aeropuerto?- Intuyendo el por qué de mi pregunta, me miras de esa manera que me deja desarmada, que hace que pierda el último atisbo de cordura que me quedaba, y respondes:
-Tranquila, amor mío, tenemos tiempo- y agarrándome por la cintura y sin dejar de besar mis labios, me llevas a la cama y nos convertimos de nuevo en uno.